DE VUELTA AL MUNDO MUNDIAL
Por: Manuel Olivares Mérida
Lo vi volar tan alto que superaba toda la adversidad, escaló por el aire realizando una contorsión corporal extraordinaria. Hasta esa vez no había visto nada igual. Atónito frente a esa escena en plena adolescencia aprendí a creer que los imposibles son solo discursos y que desde un país que nadie conoce se pueden elevar héroes que superen a los grandes gladiadores del deporte rey. Lo ví despegarse del suelo como un superhéroe en busca de justicia. En ese salto nos impulsamos todos, de alguna forma e incluso hoy al verlo 22 años más tarde, se produce o se percibe un espacio en el que todo queda estático.
Marcelo vuela y gana de cabeza, le gana nada más, ni nada menos que a Fabio Cannavaro (sería el mejor del mundo el 2006) férreo defensor italiano, un crack. La pone en el ángulo de Pagliuca y el estadio estalla, un mar humano de gente denominados como la "Marea Roja" estallan. Chilenos exiliados en Europa que seguían a su selección con la nostalgia de sentir en ellos las voces, calles y olores que dejaron o que les hicieron dejar. En tanto otros miembros de esta masa roja uniforme venían después de largos periplos financieros que los perseguirían por largos años, pues endeudarse para seguir a Chile no solo era justificable, sino que, además, era una experiencia del nuevo y "exitoso" Chile que la democracia venía construyendo desde 1990. El Estadio es chileno, recuerdo que se escuchaban gritos de estadios tan nuestros, sentí la sensación de la localía, al menos la transmisión televisiva nos hizo pensar aquello.
Volvíamos luego de 16 largos años a un mundial, generaciones que tuvieron que convivir con la vergüenza futbolística de quedar eliminados, con la vergüenza propia del que hizo trampa a los tramposos en el fatídico Maracaná, generaciones impedidas de competir. Tantos años esperando, cuantas adolescencias pasaron sin poder ver en un mundial a Chile. Todo ese hechizo oscuro se rompía esa mañana en Bordeaux. el salto de Marcelo dejaba atrás a Cannavaro, pero también lo hacía con las frustraciones, derrotas, cortes en la frente, bengalas y sanciones. Era un salto que nos devolvía al planeta, nos devolvía al mundo. Salas mágico, Salas inmortal, Salas redentor. Le estábamos ganando a Italia. Sí, a los más defensivos del mundo, era el 2-1, llovía copiosamente en Bordeaux.
La pelota inflamó las redes y Pedro Carcuro perdía la voz mientras gritaba esa segunda diana personal del matador. Parecía un sueño, volver a un mundial y estar derrotando a Italia que era y es una de las potencias del mundo. Creo que hasta entonces no había gritado con tantas fuerzas un gol de la selección. Tanta emoción contenida, instintiva, con nostalgia para otros. Fueron minutos hermosos, puesto que guapeábamos en Europa, proponíamos, nos envalentonábamos y buscábamos el tercero. Los italianos no lo podían creer, sus figuras que valían millones, que jugaban en los equipos más caros y prestigiosos del mundo se veían superados por figuras tales como el simulador "Murci" Rojas, el porteño Moisés Villarroel, un tal cabeza de muela, el "Piri" Parraguez, el barbón de Pedro Reyes. De chico a grande, de David a Goliat, confiando eso si en que teníamos a dos figuras irrepetibles y que infundían respeto a nivel mundial. Gran parte del partido, en su segundo tiempo dominamos el encuentro y el triunfo en el debut estaba ahí, a la mano.
Fue precisamente una mano la que nos quitó esa gloria. La primera frustración de ese mundial, que nos condujo por otras tantas más. Ni hablar de Austria o de esa estrepitosa caída con Brasil en octavos de final.
Una mano que salvo Patricio Yáñez en la época nadie hubiese cobrado, una mano discutible en cualquier país y en cualquier mundial. Una mano que sólo se les cobra a los países chicos, a los inocentes, a los que van de cuando en vez a un mundial. No voy a culpar a Ronald Fuentes, si había jugado un partido más que correcto, si el equipo había luchado por doblegar el destino y nadie pesa más que la "mafia FIFA" como diría lleno de rabia y frustración Carcuro.
No te miento, dio bronca la situación. Incluso te podría hasta reconocer que nos amargó una alegría inesperada. Pero nada nos puede hacer olvidar ese salto del matador que nos devolvió al mundo mundial.
Ese 2- 1 frente a Italia en Francia 98 debe estar entre los 5 goles más gritados por los chilenos en torno a la selección. ¿Cuáles serían los otros cuatro?
¡¡¡Gracias Matador!!!